Mis pinturas y dibujos, en su mayoría, funcionan como una entrada hacia un imaginario propio que, en su diversidad, también resulta colectivo. A través de cada una de las obras en las que trabajo, puedo activar y hacer posible la creación de narrativas, en una reminiscencia de diferentes lugares y sensaciones. Creo mundos familiares a través de mi pintura; interiores de figuras solitarias en donde trato de describir los silencios y soledades palpables en que pareciera que están impregnadas mis pinturas.

Por medio del  acto de pintar registro mi propio existir, donde formas, figuras y espacios retratados se convierten en mis pequeños universos.

La disposición de los objeto en cada una de las obras,  potencia un diálogo propio con historias intimas, las cuales crean una narrativa inquietante de paisajes ambiguos y figuras fragmentadas que habitan un espacio.

Mi obra se envuelve y al mismo tempo se despliega en torno a narrativas visuales donde, en lugar de obsesionarme con la precisión, intento que permanezcan auténticas a las experiencias vividas, ya que me interesa convertir los tranquilos interiores en temas conmovedores .

El estadío del espejo, como formador de la función del yo, o más bien la utilización de la imagen especular, tal como se nos revela en la experiencia psicoanalítica, es un recursos que utilizo en alguna de mis series donde el objeto, cuya función, en apariencia, se limita a reflejar aquello que tiene delante me interpela a preguntarme si la imagen que emite sólo es un reflejo o si ambos lados guardan efectivamente los mismos significados.

Si bien también trabajo sobre formatos de pequeñas dimensiones, son los de mayor tamaño los que me permiten plasmar la vitalidad que desborda mi imaginario, a través de grandes pinceladas, colores vibrantes y capas de pintura, independiente de la temática abordada. El gesto y la expresión son vitales, presentándose estos como una constante en toda mi producción.

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